13 de febrero de 2007

Crónica... de una Muerte Anunciada

Por Oscar Méndez B. Valparaíso.

En toda la costa chilena se siente un malestar, el cual, sin embargo, hasta ahora solamente se ha manifestado en algunas partes del país. Este malestar se relaciona con la insistente política privatizadora que el gobierno aplica en el sector de la pesca. Pues al promulgar la Ley de Pesca ha condenado a muerte al rubro del que parte importantísima de la población chilena depende directa o indirectamente. Tales son lo efectos de esta ley, que en la región de Valparaíso ha habido una sostenida baja de la extracción de merluza común, a modo de ejemplo: al mes de junio del año 2005 se han desembarcado 476,9 toneladas de merluza común, es decir un 14,2 % de la cuota extractiva definida por SERNAPESCA para los meses de enero a junio. Paralelamente ha aumentado la extracción de jibia a 472 toneladas, igual a un 73 % de lo extraído a la misma fecha, existiendo una relación evidente entre la pesca industrial en el sector, el descenso de la merluza y el aumento de la jibia, formula que ha perjudicado peligrosamente a los pescadores artesanales y sus familias.

Ciertamente no existe relación alguna entre dicha realidad y la Ley de Pesca vigente iniciada por el gobierno dictatorial y profundizada por los gobiernos de la Concertación. Sin embargo, para desengañarse, la propia realidad da muestra de que lo sucedido en Valparaíso es realidad a nivel nacional, y que la Ley de Pesca no es otra cosa que la legalización de una competencia desigual entre pescadores artesanales e industriales. Propuesta por la comisión Intereses Marítimos, pesca y acuicultura del congreso compuesta, a mediados de la década el 90’, por los Senadores: Jorge Arancibia, Andrés Zaldivar, Nelson Ávila, entre otros quienes tenían y tienen intereses económicos en dicho sector (Industrial), tanto en acuicultura (criadero de Salmones) y como Zaldivar en pesca. La Ley deja al pescador artesanal desprotegido y además asegura cuotas de pesca exclusivas para los industriales rematando zonas de pesca a precios módicos para los industriales tanto nacionales como extranjeros, convirtiendo el territorio marítimo en verdaderas parcelas, y dando garantías de extracción al industrial por una cierta cantidad de tiempo (según la temporada de la especie, ejemplo en invierno, y no en otra estación, la albacora). De esta forma, el método extractivo de arrastre concretiza las expectativas del industrial e incluso las supera, lo que significa que no habrá que pescar para los artesanales, y que al no haber alimentos para los depredadores de la merluza como la jibia, ésta viajara a la costa, conocida actualmente como área de manejo (zona de pesca artesanal).

El futuro lamentablemente no es incierto, sino bastante claro para el pescador artesanal. En la comisión mencionada anteriormente están representadas todas las fuerzas políticas, las dos coaliciones (Alianza por Chile y Concertación), en donde las intenciones no han cambiado hasta el día de hoy, pues así como las encarnadoras dejaron de ejercer su rubro, porque ya no se podía pescar con espinel ni tampoco se les podía pagar el servicio, el pescador artesanal tiene en Valparaíso prohibido pescar merluza porque lo poco que queda lo extraen los industriales. La pesca extraída por el artesanal se ha efectuado clandestinamente durante, por lo menos, el mes de septiembre ya que se ha puesto la merluza en veda.

Nadie habla de la pesca ni del desarrollo y aporte socio-económico y alimenticio que tiene en la región y en el país, y menos de la cantidad de personas que quedarían sin trabajo si se extermina la pesca, lo único claro es que no hay voluntad de socializar el mar y sus recursos, lo único claro es que en un futuro no muy lejano el pescador artesanal dejará de existir, siempre que nadie se oponga.

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